Nacido en Pretoria (Sudáfrica) en 1971, a los 17 años se trasladó a Canadá, el país natal de su madre, Maye Musk, en parte para evitar el servicio militar obligatorio y en parte para mejorar sus oportunidades profesionales.
Elon Musk, el empresario de Tesla, SpaceX o la red social X, ha pasado de ser un gurú tecnológico a una controvertida figura capaz de movilizar una legión de seguidores y a la vez generar un apasionado rechazo de otros tantos por su ideas poco convencionales, su inmensa riqueza y su capacidad para desafiar todos los pronósticos.
Es esa mentalidad lo que le ha llevado a convertir su polémico acuerdo con Tesla para recibir unos 50,000 millones de dólares en compensación en un referéndum sobre su persona en el que los accionistas de la compañía están forzados a participar y del que él está seguro que va a ser aprobado, según publicó este jueves en X.
Musk es el visionario que ha hecho realidad los autos eléctricos, está a punto de completar con éxito la mayor nave espacial de la historia, ha desarrollado un implante cerebral con el que controlar ordenadores, ha prometido en el corto plazo automóviles autónomos y está trabajando en un robot que podría sustituir a los humanos en múltiples tareas.
El sudafricano también ha sido acusado de presionar a empleadas para que mantuvieran relaciones sexuales con él, se ha enfrentado a una demanda de la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) por diseminar información falsa sobre Tesla y el periódico The Wall Street Journal ha documentado su uso de drogas como LSD, cocaína, éxtasis y ketamina, entre otras.
Y todavía tiene tiempo para autodenominarse ‘technoking’ y defensor absoluto de la libertad de expresión, razón -dice- por la que compró Twitter por 44,000 millones de dólares en 2022. Por cierto, Musk amasa 187 millones de seguidores en esa red social, ahora denominada X.
EL MAGNATE DEL DESAFÍO
“Cuando algo es lo suficientemente importante, lo haces incluso si las probabilidades no te favorecen”.
Esta frase que el milmillonario pronunció en una entrevista en 2012 en la cadena de televisión estadounidense CBS y que ha sido repetida una y otra vez por sus seguidores en los medios sociales, se ha convertido en una de sus expresiones clásicas que ha ayudado a construir la imagen de este magnate.
Nacido en Pretoria (Sudáfrica) en 1971, a los 17 años se trasladó a Canadá, el país natal de su madre, Maye Musk, en parte para evitar el servicio militar obligatorio y en parte para mejorar sus oportunidades profesionales.
Tras estudiar en Queen’s University (Canadá) y en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), en 1995 Musk se trasladó a California para empezar su trayectoria como empresario.
En 1996 fundó con su hermano Kimbal y Greg Kouri una empresa de software, Zip2, que en 1999 vendió por 307 millones de dólares. Con sus beneficios, Musk fundó X.com, una compañía de pagos en línea que posteriormente pasó a denominarse PayPal y que hoy tiene una capitalización de 65,000 millones.
Le siguió SpaceX (2002). En 2004, Musk se convirtió en el mayor accionista del fabricante de automóviles eléctricos Tesla, que había sido creado el año anterior por Martin Eberhard y Marc Tarpenning. En 2008 fue nombrado consejero delegado de la compañía.
La lista de empresas creadas por Musk no acaba aquí: SolarCity (2016), Neuralink (2016), The Boring Company (2016), y xAI (2023).
LA FRAGILIDAD DEL ÉXITO
Pero el éxito actual esconde una fragilidad que en varias ocasiones podría haber acabado con la carrera de Musk.
SpaceX sufrió en sus inicios varios reveses que la pusieron al borde de la desaparición. Algo similar pasó con Tesla que no obtuvo beneficios hasta 2020. Y la producción del Model 3 en 2017 estuvo a punto de provocar la quiebra de la compañía.
Fue en ese momento cuando se produjo otra de las anécdotas que se ha convertido en leyenda y que para sus seguidores es muestra de su tenacidad: Musk pasó en 2018 noches enteras en la planta de montaje de automóviles de Fremont (California) para solucionar los problemas de producción.
Musk ganó la apuesta y el Model 3 se ha convertido en un éxito de ventas que genera miles de millones de dólares de beneficios a la compañía. Y a él mismo.
A la vez, Musk ha hecho millonarios a muchos de los pequeños inversores que creyeron en su visión en los primeros años de Tesla: si en 2008 el valor de una acción de Tesla era de 7.88 dólares; hoy en día se ha multiplicado un 18,935 %.
Ahora, a sus 52 años, Tesla es rentable, SpaceX está lanzando de forma regular cohetes y X le da la plataforma y la audiencia que nunca había tenido para diseminar sus ideas. La cuestión a la que se enfrenta Musk es si todo esto es suficiente para el rey tecnológico.