La salida de la primera ministra amenaza con crear aún más inestabilidad en la poblada nación que ya lidiaba con una serie de crisis, desde niveles elevados de desempleo hasta la corrupción y el cambio climático.
La primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, renunció a su cargo y abandonó el país el lunes después de que semanas de protestas contra un sistema de cuotas en los empleos públicos derivaran en violencia y se convirtieran en un desafío más amplio a sus 15 años en el poder. Miles de manifestantes asaltaron su residencia oficial y otros edificios relacionados con su familia y con el partido político al que pertenece.
La salida de la primera ministra amenaza con crear aún más inestabilidad en la poblada nación que ya lidiaba con una serie de crisis, desde niveles elevados de desempleo hasta la corrupción y el cambio climático. En medio de preocupaciones en materia de seguridad, el principal aeropuerto en Daca, la capital, suspendió sus operaciones.
La violencia antes y después de su renuncia dejó al menos 41 muertos y unos 200 heridos, según informes de la prensa, que no se han podido confirmar de forma independiente. Al parecer, más de una decena de personas murieron cuando los manifestantes prendieron fuego a un hotel propiedad de un dirigente del partido político al que pertenece Hasina en la ciudad suroccidental de Jashore.
El líder militar, el general Waker-uz-Zamam, dijo que tomaría temporalmente el control del país, y los soldados trataron de contener los crecientes disturbios. Mohammed Shahabuddin, presidente interino del país, anunció el lunes por la noche, tras reunirse con Waker-uz-Zamam y políticos de la oposición, que se disolvería el Parlamento y se formaría un gobierno nacional lo antes posible, lo que daría lugar a nuevas elecciones.
Waker-uz-Zaman, que habló después de que se viera en imágenes de televisión a la asediada dirigente subiendo a un helicóptero militar con su hermana, trató de tranquilizar a la nación asegurando que se restablecería el orden. Sin embargo, los expertos advirtieron que el camino por recorrer sería largo.
celebraciones por la renuncia
Cientos de miles de personas salieron a las calles ondeando banderas y vitoreando para celebrar la renuncia de Hasina. Pero algunas celebraciones pronto se tornaron violentas, y los manifestantes atacaron símbolos de su gobierno y de su partido, y saquearon e incendiaron varios edificios.
“Esto no es sólo el fin de la tirana Sheikh Hasina, con esto ponemos fin al Estado mafioso que ella ha creado”, manifestó Sairaj Salekin, un estudiante que salió a las calles de Daca para protestar.
Las protestas comenzaron pacíficamente el mes pasado, cuando estudiantes frustrados exigieron el fin de un sistema de cuotas para los empleos públicos que, según ellos, favorecía a quienes tenían conexiones con el partido de la primera ministra, la Liga Awami. Pero en medio de una represión mortífera, las manifestaciones se convirtieron en un desafío sin precedentes a Hasina, poniendo de relieve el alcance de la crisis económica en Bangladesh, donde las exportaciones han caído y las reservas de divisas han ido menguando.
Waker-uz-Zaman prometió que el ejército abriría una investigación sobre la represión que había causado casi 300 muertos desde mediados de julio, uno de los peores derramamientos de sangre en el país desde la guerra de independencia de 1971, y que había alimentado la indignación contra el gobierno. Casi 100 personas, entre ellas 14 policías, murieron el domingo, según el principal diario en lengua bengalí del país, Prothom Alo. Al menos 11.000 personas han sido detenidas en las últimas semanas.
“Mantengamos la fe en el ejército. Investigaremos todos los asesinatos y castigaremos a los responsables”, afirmó.
El ejército tiene una gran influencia política en Bangladesh, que ha sufrido más de 20 golpes de Estado o intentos de golpe desde su independencia en 1971. Pero no estaba claro si la renuncia de Hasina o los llamados a la calma del jefe militar bastarían para poner fin a los disturbios.