Cómo funciona el sistema de uso compartido, una iniciativa que suma alrededor de 30 millones de viajes diarios a un costo insignificante
Después de ser uno de los símbolos de la sociedad comunista y, más tarde, quedar un tanto relegadas por la evolución de una clase media que pasó del pedaleo a la conducción de scooters eléctricos y automóviles, las bicicletas parecen atravesar un renacimiento en la República Popular China, a partir del creciente desarrollo de un sistema de uso compartido que hoy suma alrededor de 30 millones de viajes diarios en casi 300 ciudades del país, ofreciendo a los usuarios un medio de transporte básico pero barato, con tarifas que en promedio ascienden a solo 1,5 yuan, equivalente a 207 pesos argentinos o, bien, 21 centavos de dólares estadounidenses.
El modelo de bicicletas compartidas alcanzó tal nivel de crecimiento en los últimos años que es considerado como una de las “cuatro nuevas grandes invenciones chinas”, junto a los trenes de alta velocidad, los pagos móviles y el comercio electrónico, todas exitosas iniciativas que el país asiático decidió “adoptar” como propias a pesar de haber sido creadas en otras tierras.
El sistema cuenta con la participación de diversas empresas privadas y, claro, es promovido por el gobierno chino, en el marco de una serie de políticas de sustentabilidad ambiental y fomento del uso de bicicletas, que han logrado reducir las emisiones de carbono en alrededor de 10 mil toneladas diarias en todo el país, según un relevamiento difundido por la Asociación de Bicicletas de China.
En la actualidad, el pueblo chino utiliza más de 200 millones de bicicletas tradicionales, con las que realiza casi el 30 por ciento de sus desplazamientos cotidianos. En ciudades como Beijing y Shanghai tienen a favor la existencia de un tránsito relativamente ordenado y la disposición de carriles especiales en la mayoría de sus calles, a lo que se suma el invisibilizado tema de la seguridad a nivel nacional.
En efecto, una situación que suele sorprender a los extranjeros es la costumbre de dejar las bicicletas en la vía pública sin cadenas, trabas o cualquier tipo de accesorio de seguridad. Quizás acostumbrados a extremar los recaudos en sus países, a los que pisan por primera vez China les lleva cierto tiempo entender que la posibilidad de sufrir un robo de este tipo no entra en el radar de los trabajadores chinos, lo que explica su despreocupada actitud y absoluta falta de precauciones.
La otra revolución
Las bicicletas compartidas comenzaron a desarrollarse en China hacia finales de 2015, cuando las startups Mobike y Ofo empezaron a distribuir decenas de millones de vehículos equipados con códigos QR y cerraduras inteligentes con conexión a internet.
Los usuarios solo debían usar la aplicación de las empresas para escanear el código QR y que el candado de la rueda trasera se abriera en forma automática. Una vez concluido el viaje, repetían el procedimiento pero esta vez para volver a bloquearlas y que se acreditara el costo del servicio, según la distancia recorrida y el tiempo empleado.
Lo que hoy parece un sencillo procedimiento hace casi una década fue una innovación realmente revolucionaria. En un año pasó de ser un experimento urbano a estar omnipresentes en las principales ciudades chinas, con cientos de bicicletas estacionadas en las esquinas, alrededor de las estaciones de metro y cerca de las tiendas, restaurantes y centros comerciales.
En poco tiempo, la geografía urbana incorporó un virtual arco iris de bicicletas, con colores bien diferenciados según las distintas compañías que ofrecían el novedoso servicio (Beijing hoy se divide entre las azules de Alipay, las verdes de Didi y las amarillas de Mobike-Meituan.
Dos años después de su lanzamiento, en 2017, la empresa Mobike registraba unos 22 millones de trayectos diarios en territorio chino, lo que cuadruplicaba la cantidad de viajes globales que Uber realizaba por día en 2016, según consigna el empresario y escritor Kai-Fu Lee en su best seller “Superpotencias de la Inteligencia Artificial”.
Para el especialista en IA, la revolución china de las bicicletas compartidas “ha remodelado el paisaje urbano del país y enriquecido profundamente su panorama de datos”. “Este cambio – explica – constituye una dramática ilustración visual de lo que el universo alternativo de internet de china hace mejor: resolver problemas prácticos al desdibujar las líneas entre el mundo online y el mundo offline. Toma la fuerza central de internet (transmisión de información) y la aprovecha para crear negocios que se extienden al mundo real y tocan directamente cada rincón de nuestras vidas”.
“La construcción de este universo paralelo no ocurrió de la noche a la mañana. Fueron necesarios los emprendedores impulsados por el mercado, los primeros usuarios de móviles, superapps innovadoras, ciudades densas, pagos móviles y un cambio de mentalidad auspiciado por el gobierno. Ha sido un proceso complicado, costoso y disruptivo, pero la recompensa ha sido tremenda”, concluye Kai-Fu.
En este contexto, es preciso señalar que si bien el sistema ha optimizado la movilidad de millones de personas, sobre todo en las horas pico, aún enfrenta no pocos inconvenientes a la hora de equilibrar la oferta, garantizar la calidad de los rodados disponibles y evitar la proliferación de los llamados “cementerios de bicicletas” en las afueras de las grandes ciudades, una situación que va a contramano con los objetivos de un sistema de transporte amigable con el medio ambiente, capaz de reducir las emisiones de carbono.
Bicitecnologia
Más allá de los modelos tradicionales, el Ministerio de Industria y Tecnología Informática de China pidió a los fabricantes de bicicletas y patinetas eléctricas que instalen en sus productos el Sistema de Navegación por Satélite BeiDou, una suerte de GPS pero desarrollado por el país asiático.
China tiene alrededor de 350 millones de bicicletas y patinetas eléctricas, sin embargo la industria enfrenta una baja concentración productiva y una débil capacidad innovadora, según los estándares de la citada cartera.
En virtud de ello, pidieron a las empresas que aumenten las inversiones en investigación para desarrollar productos inteligentes y conectados a la red “que puedan satisfacer la demanda de los consumidores de manera más efectiva”, indicaron.
Como se sabe, el consumo es uno de los pilares de la economía china, por lo que el Consejo de Estado de China incorporó a las bicicletas eléctricas al listado de productos del programa nacional de reposición e intercambio de bienes de consumo.
Para el gobierno – y las empresas del sector – la cuestión pasa por optimizar el sistema de bicicletas compartidas, incorporar tecnología satelital a los modelos eléctricos y fomentar aún más el consumo de un producto profundamente arraigado en la historia y cultura del pueblo chino.