La historia de éxitos electorales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), lo convierte en la organización política por excelencia después del fin de la dictadura trujillista, pues fueron victorias respetando las reglas del juego democrático. Cinco victorias presidenciales en 24 años. Un ciclo de resultados positivos para el país en términos de crecimiento económico, fortalecimiento institucional, construcción de infraestructura y reducción de la pobreza.
¿Qué pasó para que ese círculo virtuoso de victoria y progreso terminara?
Aunque los logros materiales de los gobiernos del PLD son incontestables, al final fuimos víctimas de la arritmia histórica que ha marcado el desarrollo del país, como nos enseñó el maestro y líder histórico, Prof. Juan Bosch. Esa arritmia también se refleja en la lucha irracional del liderazgo político por el control, primero de sus organizaciones, y segundo, del aparato del Estado. A pesar de la sólida formación política de las dos primeras generaciones de dirigentes del partido, de los logros gubernamentales en favor del país, al final sucumbimos a la lucha ciega por el poder entre nuestros líderes. Vino la división y las subsecuentes derrotas electorales. Desapareció la generosidad del poder y sobrevino el espíritu de venganza de los disidentes, que permitió que la banda presidencial le fuera entregada a la oposición.
Estamos en medio de la celebración del X Congreso Reinaldo Pared Pérez, del cual se esperan buenos resultados para la organización. La pregunta es, si es posible obtener esos resultados, ratificando las políticas y los responsables de las derrotas electorales del 2020 y 2024.
La falta de definición ideológica, el pragmatismo mal practicado, la relación clientelar que predomina y la tendencia a la unanimidad, presagian unos resultados infructuosos, al igual que lo que sucedió con el IX congreso José Joaquín Bidó Medina.
No nos llamemos a engaño, en el PLD solo importa hoy en día quién será el Presidente y Secretario General y quiénes permanecerán en el otrora poderoso Comité Político. Esta es la explicación a la reacción iracunda e irracional del grupo dominante a la rueda de prensa celebrada por un número importante de dirigentes del partido. No quieren ni pueden perder el control, porque aunque el PLD se ha debilitado, sigue siendo un actor importante en el escenario político y su control es clave para determinados fines.
Tal vez el partido esté frente a su última oportunidad de renovarse. Como no hay un debate ideológico en el X Congreso, este se circunscribe a la evaluación y elección de sus autoridades. La primera debería condicionar la segunda, es decir, si la base entiende que el desempeño de sus dirigentes y líderes no ha sido bueno, lo lógico es la resignación de los cargos y posiciones si se quiere renovar o refundar el partido, pero sabemos que no será así. El líder del partido insiste en seguir siendo su presidente incumpliendo su promesa y los que le apoyan (una mayoría conformada desde el 2015), aspiran a ser ratificados en el Comité Político.
Como se puede ver, nada cambiará, se urde un intercambio de apoyos para mantener el statu quo en la organización y continuar con el autobombo interno de las glorias pasadas. Cocinándonos en nuestra propia salsa. Nada que apele a la esperanza y al futuro. En fin, todo seguirá igual y, al final, los peledeistas tendremos que decidir entre la renovación o la muerte lenta de la gran obra de Don Juan.