Esta joven de 23 años entrará al quirófano el próximo mes de octubre porque tiene una glándula tumoral al lado del corazón y los pulmones. A su madre le ha sido negado el visado humanitario, y ambas piden a gritos la reconsideración de su entrada al país europeo.
La llamada de José Alberto despertó varias interrogantes. Este fotógrafo de LISTÍN DIARIO es un poco reservado y, ver su insistencia reflejada en el teléfono, no era normal. Había que devolverle para ver qué tan importante era lo que tenía que decir. Realmente lo fue. “Marta, hay una señora que tiene a su hija en España, que la van a operar allá de algo delicado y a ella no le dieron la visa humanitaria para acompañarla en este proceso”. Se le vio conmovido, pero seguro de que si se contaba su historia, las cosas cambiarían para bien.
Facilitó los contactos y se hizo la entrevista. Su madre Claudia Cuesta ofreció las informaciones en medio de su desesperación y preocupación. “Yo necesito estar con mi hija en estos momentos. Ella tiene una glándula tumoral al lado del corazón y los pulmones”. Hasta decir lo que padece su hija Scarlett Cepeda, la estremece y pide a gritos que la ayuden a juntarse con la joven de 23 años que la espera con ansias.
Esta mujer no pierde la fe. La negación de su primer intento no la detiene. Ya hizo una reclamación para rogar por ese visado humanitario que ha de permitirle acompañar a su hija en estos momentos difíciles por los que atraviesa. Tiene siete años que no la ve a ella a su melliza Virelys.
“Ellas se fueron en el año 2017 con su papá, que es ciudadano español. Las puso a estudiar y no han regresado jamás. Apenas tenían 16 años cuando se mudaron para allá. Me muero por verlas. Son siete años sin abrazar a mis hijas, y ahora que Scarlett me necesita, le pido al Señor que me ayude a estar ahí el día de la cirugía”. Llorar es lo seguro cuando se tiene una angustia de esta naturaleza.
Aunque su melliza también vive allá, ahora mismo no puede ocuparse de atenderla porque está embarazada. “Y todos sabemos que nadie puede cuidar de un hijo mejor que una madre”. Está clara en que su presencia beneficiaría a su hija porque el afecto es parte importante en estos procesos. De hecho, la misma paciente le pide a las autoridades españolas en República Dominicana, que le permitan a su mamá acompañarla en estos momentos en los que tanto la extraña.
Inicio de la enfermedad
Aunque a la distancia, Claudia ha estado atenta a todo lo que tiene que ver con sus únicas dos hijas, no es lo mismo que tener contacto presencial con ellas. “He sido paciente, porque sé que están estudiando y que vendrían en algún momento, pero nunca pasó por mi mente que una de ellas iba a pasar por esto”. Es en virtud de eso que está haciendo todo lo que esté a su alcance para lograr que le den su visa humanitaria.
Enterarse del diagnóstico dado a su hija, la devastó. Nunca imaginó que, el que un día cualquiera se haya atragantado con alguna comida, podía ser un indicio de Myasthenia gravis (miastenia grave), que resultó en un tumor del que será operada en el próximo mes de octubre.
“Ella no podia tragar ni la saliba. No podía agarrar nada, todo se le caía de las manos. Luego la ingresaron y le hicieron un estudio que le detectó la enfermedad”. Es duro para ella ofrecer estos datos que conoce desde lejos.
Aunque a la joven que se muere por estar con su mamá, le pusieron un tratamiento, luego empeoró. “Hace un año que le detectaron la enfermedad y ahora le hicieron una resonancia magnética que confirmó que tiene el temor”. La paciente está en reposo mientras le hacen los estudios correspondientes y cumple con un tratamiento previo que debe llevar por un mes y medio antes de la cirugía.
“¿Entiende por qué es que necesito esa visa humanitaria? Es un proceso muy difícil por el que ella está atravesando allá y yo aquí. No pienso quedarme en un país ajeno, jamás haría eso, sólo quiero verla, cuidarla y acompañarle durante su recuperación”. Claudia no duerme, no le da deseos de comer, sólo ora para que el Señor toque a quienes tienen la facultad de darle esa visa.
“La situación de Scarlett no me ha dejado disfrutar la noticia de que seré abuela”
Claudia Cuesta sólo tiene a esas dos hijas, Scarlett Virelys y Virelys Scarlett. Son su razón de vivir. Pese a saber que, irse a vivir para España era lo que les convenía a ambas para que tuvieran un mejor estilo de vida, nunca ha dejado de sufrir por su ausencia. Tener siete años sin verla y estar consciente de que si no consigue la visa, serían muchos más los que tendría que esperar para verla, acaban con su paz. “Sé que después de la operación, ella debe sanarse bien para poder viajar”. La situación la consume.
Admite estar feliz porque su hija Virelys tendrá a su bebé, pero no ha podido disfrutar a plenitud el hecho de que será abuela, debido a la enfermedad de Scarlett y a la impotencia de no disponer de una visa para ir a verlas a las dos.
Con un gran pesar, esta madre da cuenta de que la joven vive sola y no hay quien la cuide porque todos tienen sus ocupaciones. “Ella vive en un estudio. Hace un año estuvo ingresada sin fuerzas en todas las extremidades de su cuerpo, incluyendo la mandíbula y no podía tragar ni su saliva, y todo eso lo pasó casi sola, porque como le dije, cada quien está en su trabajo”. Eso le duele porque ella está dispuesta a dejarlo todo para irse a atenderla.
Desde que le diagnosticaron la enfermedad llamada miastenia grave y le pusieron un tratamiento, ha paso mucho trabajo. El pasado mes de agosto le dio una crisis que no podía ni respirar, ni comer y tenía mucho dolor y decaimiento en todas las extremidades. “No se imagina lo que es para mí saber por lo que ella está pasando y no poder ir a socorrerla”. Aquí funciona la empatía.
No es cualquier afección que tiene Scarlett. Es una glándula tumoral al lado del corazón y los pulmones, lo que hace suponer lo compleja que ha de ser la operación y posterior recuperación para una joven que prácticamente, no tiene a nadie que la cuide en España.
La solicitud de visa
Desde que le pusieron fecha a su hija para la cirugía, Claudia hizo una cita el 28 de agosto de este 2024 para solicitar una visa humanitaria. El día indicado fue el tres de septiembre. A su hora estuvo ahí confiada en que obtendría una respuesta positiva. “Pero no fue así. Me la negaron”. Lo dice triste, aunque no se quedó de brazos cruzados. Al día siguiente, es decir, el cuatro, depositó una carta de apelación en el consulado general de España en el país, y aun no le han dado respuesta.
Su fe es firme y sabe que con la ayuda del Todopoderoso obtendrá un sí. “Por eso es que he acudido a ustedes como medio, para que me ayuden a dar a conocer este caso tal cual es, pues en la cita tal vez no puedo dar tantos detalles como los puedo manifestar por aquí”. Espera que las autoridades se sensibilicen ante un caso que la conmueve a ella, a su familia y a todas las personas que saben que, cualquiera podría estar en sus zapatos.
En su infancia, Scarlett fue una niña normal. Siempre alegre, conversadora . “Nunca le vi nada raro es muy alegre y conversadora, terminó su bachiller en España y es muy inteligente. Cuando era pequeña nunca vi nada anormal en su salud y en la de su melliza”. Claudia lo expresa al tiempo que deja entendido que se quedó con ese solo parto porque se vio en malas condiciones de salud por preeclampsia.